A partir de los 40 años, las mujeres comienzan a experimentar algunos cambios que señalan la llegada de una nueva etapa: la menopausia, es decir, el cese permanente de la menstruación. Suele aparecer en torno a los 51 años.
Los ovarios de la mujer dejan de producir óvulos y termina su etapa reproductiva.
Al proceso completo se le denomina climaterio y no en todos los casos aparecen los mismos síntomas ni con la misma intensidad.
¿Cuáles son los síntomas? El déficit de hormonas sexuales femeninas (estrógenos y progestágenos) provoca que las mujeres noten algunos cambios como: sudoración, sofocos, irritabilidad, tendencia a la obesidad, palpitaciones, cambios en la musculatura de la piel e incluso osteoporosis y aumento del riesgo cardiovascular.
Aunque es cierto que los problemas del tracto urinario no son una consecuencia directa del déficit de hormonas, el tracto urinario inferior y el aparato genital de la mujer tienen un origen embriológico común y esto hace que ambas estructuras sean sensibles a la acción de las hormonas sexuales femeninas.
Las infecciones urinarias son uno de los síntomas urinarios más prevalentes durante la menopausia, ya que con la menopausia aumenta el PH de la vagina, dando lugar a este problema debido a un desequilibrio en la flora vaginal.
La vejiga hiperactiva y los síndromes de urgencia-frecuencia miccional son otros de los problemas que suele experimentar la mujer durante esta etapa y éstos se traducen en una necesidad urgente de orinar. Además estos síntomas se relacionan directamente con la atrofia urogenital secundaria a la disminución de la producción de estrógenos.
Estos problemas son muy incómodos pero se pueden paliar con tratamiento hormonal. No en todos los casos pero muchas veces degeneran en incontinencia urinaria de urgencia, pero existen múltiples opciones de tratamiento si se llega a este punto.
Otra de las afecciones frecuentes de la menopausia es la retención urinaria, “a consecuencia de la caída de los estrógenos se puede producir una debilidad del músculo detrusor de la vejiga lo que dificulta el vaciado de la misma y hace que progresivamente sea mayor el volumen de orina postmiccional” A veces esto se manifiesta de forma puntual como imposibilidad para orinar, pero en ocasiones se vuelve crónico y la paciente comienza a sentir pesadez suprapúbica, pérdidas de orina (por rebosamiento), sensación de vaciamiento incompleto e infecciones de orina.
Es importante consultar con un especialista en el caso de que aparezcan los primeros síntomas. Se recomienda adecuar el estilo de vida a esta nueva etapa de la mujer, incorporando hábitos saludables como la práctica regular de ejercicio y una dieta equilibrada rica en lácteos y baja en grasas.