A medida que un bebé crece dentro del útero de su madre, sus testículos se forman comúnmente dentro de su propio abdomen y bajan (descienden) al escroto inmediatamente antes del nacimiento. Pero, en algunos casos, ese movimiento o descenso no ocurre, y el bebé nace con una afección conocida como testículos no descendidos (o criptorquidismo).

El criptorquidismo es la anomalía genital más común en los niños, y afecta a aproximadamente el 30 % de los bebés prematuros y a alrededor del 4 % de los bebés que nacen a término.

En aproximadamente la mitad de los bebés, los testículos no descendidos bajan o descienden solos al sexto mes de vida. Si el descenso no ocurre para ese entonces, es importante obtener tratamiento porque los testículos que permanecen no descendidos pueden dañarse, y esto podría afectar la fertilidad más adelante o causar otros problemas médicos.

Diagnóstico

Los médicos generalmente diagnostican el criptorquidismo durante un examen físico al nacimiento o en un control inmediatamente después. En 7 de 10 niños con un testículo no descendido(s), pueden localizarse o “palparse” mediante un examen realizado por el pediatra.

En 3 de 10 niños, es posible que el testículo no esté en un lugar donde pueda localizarse o palparse, y es posible que parezca que falta. En algunos de estos casos, el testículo podría estar dentro del abdomen. Sin embargo, en algunos niños con un testículo “no palpable”, es posible que el testículo no esté presente porque se perdió mientras el bebé estaba dentro del útero.

En algunos niños, es posible que parezca que los testículos están fuera del escroto ocasionalmente, lo cual puede ocasionar la preocupación de un testículo no descendido. Es posible que algunos de estos niños tengan la afección conocida como testículos retráctiles. Esta es una afección normal en la cual los testículos se encuentran en el escroto pero en ocasiones se retraen temporalmente o retroceden a la ingle.

No es necesario tratar un testículo retráctil, ya que es una afección normal, pero podría requerir el examen por parte de un pediatra para distinguirlo de un testículo no descendido.

Tratamiento

Si el testículo de un bebé no ha descendido solo en los primeros 6 meses de vida, el niño debería someterse a una evaluación por un pediatra y a un tratamiento si se confirma la afección. Esto generalmente implica reubicar quirúrgicamente el testículo dentro del escroto.

El tratamiento es necesario por varios motivos:

La temperatura más alta del cuerpo puede inhibir el desarrollo normal del testículo, lo cual podría afectar la producción normal de esperma en el testículo no descendido en el futuro, lo que a su vez podría causar infertilidad.
El testículo no descendido tiene un riesgo más alto de formar un tumor que el testículo normalmente descendido.
El testículo no descendido puede ser más vulnerable a una lesión o torsión testicular.
Un escroto asimétrico o vacío puede causar preocupación o vergüenza en un niño.
A veces, los niños con testículos no descendidos desarrollan hernias inguinales.
Si se realiza la cirugía, es probable que sea una orquidopexia, en la cual se hace un corte pequeño en la ingle y se baja el testículo dentro del escroto donde se fija en su lugar. Los médicos comúnmente hacen esta cirugía de manera ambulatoria, y la mayoría de los niños se recuperan completamente en una semana.

La mayoría de los médicos creen que los niños que han tenido un solo testículo no descendido tendrán un potencial de fertilidad y una función testicular normales cuando sean adultos, mientras que es más probable que los que han tenido los dos testículos no descendidos tengan una disminución en la fertilidad cuando sean adultos.

Se recomienda que todos los niños que han tenido testículos no descendidos se sometan a evaluaciones de seguimiento por un urólogo durante años después de sus cirugías correctivas.

Es importante que todos los niños (incluso aquellos cuyos testículos han descendido correctamente) sepan cómo hacerse un autoexamen testicular cuando son adolescentes para que puedan detectar cualquier bulto o protuberancia que pudiera ser un signo temprano de problemas médicos.

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