La vía endoscópica es una de las más explotadas en urología. Tanto es así que varias patologías se benefician de estas técnicas mínimamente invasivas: desde el tumor vesical a la litiasis ureteral o la patología prostática benigna. El beneficio de este tipo de abordaje es la posibilidad de recibir el alta antes que con otras técnicas, evitando así cicatrices innecesarias y dolorosas, curas de herida y demás. A continuación os damos una pincelada de cómo se va a tener que realizar el cuidado en el domicilio al alta de una cirugía prostática.
La resección transuretral de próstata (y todas sus variantes, ya sea con láser, enucleación, vaporización, etc.) presenta muy buenos resultados. Se realiza con una cámara que se introduce a través de la uretra y desde ahí se trabaja. Cada técnica está indicada para un tipo de paciente y un rango de tamaño prostático (en posts anteriores os hemos hablado del tema).
Una vez se ha resecado la parte de la próstata que obstaculizaba el flujo de la orina, el paciente queda ingresado con una sonda vesical de tres vías para poder realizar lavados vesicales continuos con suero. El número de días que el paciente llevará la sonda, los días de ingreso, si al alta se mantendrá la sonda o no y el lugar de retirada de la misma dependen muchísimo del centro y de las preferencias del urólogo tratante. No obstante, podemos dar pinceladas genéricas de cómo manejar el posoperatorio.
Hay que tener en cuenta que la orina va a salir rojiza durante unos días, por lo que el paciente va a tener que llevar los lavados un tiempo. Progresivamente, si aclara la orina (se vuelve más rosada), se podrán detener. Esto implica que el paciente va a tener que beber bastante agua (siempre teniendo en cuenta si sus otras patologías se lo permiten) para ir realizando la misma acción de lavado.
“La orina va a salir rojiza durante unos días, por lo que el paciente va a tener que llevar los lavados un tiempo.”
Si al alta el paciente se tiene que marchar con la sonda puesta, va a tener que manipularla con las condiciones de higiene mejores posibles. De la sonda sólo se han de cambiar las bolsas de diuresis (unas de noche, con mayor capacidad y una de día que puede llevarse atada a la pantorrilla, por debajo del pantalón). Con la defecación o los esfuerzos abdominales puede salir la orina más rojiza, habiendo de acudir a urgencias si no aclara pese a ingesta abundante de aguda. La evacuación de coágulos puntuales entra dentro de lo esperable (siempre que no esté en contexto de orina roja como el vino).
Otra molestia habitual con la sonda es el espasmo vesical: la vejiga identifica que tiene algo en su interior que quiere vaciar, por lo que intenta contraerse para expulsarlo, produciendo dolor intenso a nivel púbico que puede acompañarse también de oscurecimiento de la orina. Una forma de evitar o tratar los espasmos son las anticolinérgicos como la buscapina (su uso debe realizarse con más cuidados en gente más mayor por poder exacerbar un deterioro cognitivo).
La retirada de la sonda se realiza según la pauta dada al alta: en el centro ambulatorio o en la consulta externa del urólogo responsable. Una vez retirada puede notarse cierto escozor al orinar o incluso algo de incontinencia, que deberá mejorar con los días. Lo que no es normal es presentar fiebre o retención de orina. Ante dichos signos deberá acudir a urgencias.
Los resultados de la desobstrucción de la vía urinaria no serán inmediatos, debiendo de valorarlos en una segunda visita de control mediante nuevas pruebas (flujometrías) si fuera necesario.
Si presentas más dudas al respecto, siempre puedes consultar con tu urólogo de referencia para solventarlas.